Quiroga- San Clodio (1,5 kms)
Salimos de Quiroga hacia la carretera LU- 933 que lleva hacia Monforte de Lemos, pasando bajo un puente de la N- 120. Enseguida cogemos a la izquierda para cruzar el puente nuevo sobre el río Sil que nos conduce a San Clodio siguiendo la calle del Sil hasta el centro de la villa donde se ubica el Concello. La villa que es capital del municipio de Ribas de Sil cuenta con una hermosa área recreativa y playa fluvial, regalo del Sil, donde el peregrino puede disfrutar no sólo de un merecido descanso, sino de este valle con abundantes viñedos y cerezos.
San Clodio- Nocedo (2,7 kms)
Abandonamos la villa de San Clodio por la calle de la Libertad hacia el puente viejo o de hierro, construido a mediados del siglo XX. Hasta entonces, para llegar a San Clodio se hacía por medio de la Barca de Mancebico o la de San Clodio, un medio habitual para cruzar los ríos en la antigüedad. Retomamos la carretera LU-933 pasando por Espandariz que se extiende a lo largo de la carretera entre el río y la N- 120. Se cruza ésta bajo un pasadizo y al otro lado seguimos la carretera LU-933, encontrándonos enseguida con el lugar San Lorenzo de Nocedo.
Nocedo – Carballo de Lor (9,3 kms)
La ruta sigue un pequeño trecho la carretera Lu-933, para desviarse a la derecha por una pista forestal, que en continuo ascenso, con algún tramo que llanea, nos conduce entre el boscoso pinar hasta la Ermita de los Remedios, en un paraje solitario y que marca el fin del ascenso. Los lugareños cuentan que los caminantes echaban limosnas tras el enrejado de la puerta y que había guardianes que la custodiaban. La sencilla edificación, no tiene campanario y fácilmente nos pasará desapercebida. Guarda las figuras de Nuestra Señora de los Remedios y las de San Roque. Desde este punto el camino desciende, sobre 1 km, hasta el núcleo de Carballo de Lor.
Carballo de Lor – Barxa de Lor (1,9 kms)
Cruzamos Carballo de Lor por una calle en descenso, que será continuo hasta Barxa de Lor. Las vistas naturales del encajonado valle, contrastando con el trazado artificial de la nacional 120, que avanza majestuoso y serpenteante sobre un gran puente por esta cuenca fluvial del Lor, son impactantes. Salvamos el río por un hermoso puente medieval, entre una frondosa arboleda de fresnos y olmos, sugeriéndonos el paisaje, un alto en el camino.
La presencia de dos molinos, contiguos al puente alomado, constituyen otro encanto de este singular paraje fluvial. Si bien, el actual puente data de los siglos XIV o XV, fue reformado en el siglo XVIII, su origen es romano, como las minas auríferas de A Lama, muy próximas. Adosado al puente se levanta una casa que antiguamente hacía las funciones de posada, y muy posiblemente era el lugar donde se cobraba el portazgo.
Barxa de Lor – Castroncelos (4,3 kms)
Transpasado el río Lor, con nacimiento en la sierra de O Courel, dejamos atrás el municipio de Quiroga para entrar en el de A Pobra do Brollón. Enfilamos una estrecha y empinada calleja que sube hacia la iglesia barroca de Santa Mariña, del siglo XVIII. Llegamos a una biburcación y se toma el camino de la izquierda, pegado a la cortante y rocosa montaña, que ascendiendo, sobre unos 200 metros, lleva hacia el alto de O Castro da Lama. El castro tenía una situación estratégica en el camino, desde donde era fácil la defensa y control de los accesos.
Continuamos ascendiendo, durante un pequeño trecho y en paralelo a la nacional 120 y a la vía del tren, que quedan a nuestra izquierda, hasta el lugar llamado “Chá de Castroncelos”, entrando, realmente, en la amplia meseta del valle de Lemos.
Vemos la iglesia parroquial de Santiago de Castroncelos, que destaca por su torre, de planta cuadrada,y que tiene por titular a Santiago el Mayor. Djamos a la derecha la casa del Mesón, que cuenta con un escudo de mármol blanco en su fachada.
Castroncelos – A Pobra do Brollón (3,2 kms)
Desde Castroncelos llaneamos hasta Vilarmao, y, a escasos metros, se deja la calzada asfaltada, cogiendo de frente por camino de tierra que entre prados desciende hasta la villa de A Pobra do Brollón, pasando por los lugares de Reguengo y Fontela. El camino se introduce en el núcleo urbano de A Pobra do Brollón por una estrecha calle que desemboca en el río Saa. Unos pasos de piedra permiten que salvemos el arroyo y ya en la otra orilla, descansar en la refrescante área recreativa.
A Pobra do Brollón-Cereixa (2,8kms)
El camino cruza la calle central de la villa, dejando a la derecha la Casa Consistorial. A pocos metros se gira a la izquierda, pasando por Brollón, origen de la villa, para continuar pegados al río Saa. Pasaremos al pie del Castro de San Lourenzo, el cual se puede visitar. Continuaremos por los barrios de Alende y A Zapateira hasta A Fonte, donde se cruza un pequeño puente de hormigón sobre el río.
Pasamos por el barrio de Cereixa, desembocando en la carretera que comunica Lugo-Quiroga, Lu- 652 que también cruzaremos para seguir de frente hasta la iglesia parroquial de San Pedro de Cereixa. Delante se levanta un cruceiro, con una talla de Santiago Peregrino en la columna
Cereixa- Reigada (4,5 kms)
Se tuerce a la derecha, por carretera asfaltada, hacia Rairos para enseguida abandonarla y coger un camino amplio de tierra con frondoso robledal, que en brusco ascenso, sobre 500 metros, lleva al “Alto da Serra”, del monte Moncai, límite entre los municipios de A Pobra do Brollón y Monforte de Lemos.
Dese aquí un contiuno descenso hacia el valle de Lemos, entre un espeso pinar, fruto de la repoblación forestal. Se cruza el canal de regadío, red que cubre todo el valle y a unos 300 metros llegamos a Reigada.
Cabe destacar el Castro de Cereixa, a pie del camino, donde desde hace escasos años se están llevando a cabo importantes descubrimientos y que podemos aprovechar para visitar.
Reigada – Monforte de Lemos (2, 8 kms)
Tras dejar las últimas casas de Reigada, enseguida encontramos un puente sobre el Rioseco que no cruzaremos, sino que giraremos a la derecha por camino, entre prados. Se cruza el canal de regadío, desembocando en el lugar denominado “las siete fuentes”, donde el camino siempre está anegado. Cruzamos un sencillo puente de hormigón y a escasos metros, entramos en el barrio de Rioseco con su capilla de Nuestra señora de la O.
Llegamos a una plaza donde se cogerá a la izquierda, luego a la derecha por la calle de las Cruces desde donde se divisa al frente, la fortaleza monfortina coronada por la torre de homenaje y el milenario monasterio benedictino.
E término Cruces hace referencia al gesto de santiguarse; una fórmula cristiana muy común, que aún perdura hoy en día, cuando se sale de casa para tener un buen camino o cuando se llega sin contratiempos. Por este barrio se salía hacia Castilla o se entraba en la villa monfortina, lo que no es de extañar que el peregrino diera las gracias por su llegada a esta histórica y fortificada villa donde se sentiría protegido. El barrio de Las Cruces es de los más antiguos, de extramuros, de la villa, donde aún se conservan los restos de un antiguo mesón, que fue parada de muchos arrieros y todo tipo de personas, llegadas bien a caballo, en burro y fundamentalmente a pie.
Llegamos a las vías del ferrocarril, el camino seguía de frente pero con la construcción de las vías a su llegada a Monforte, en 1873, el antiguo camino quedó cortado. Aún se puede ver del otro lado por donde continuaba, cruzando la antigua Carretera Nova, hoy Leopoldo Calvo Sotelo, luego cruzaba el arroyo Zapardiel, salvándolo por una gran laja, para desde el otro lado emprender un fuerte ascenso por el monte de San Vicente, entrando en la villa fortificada por la Puerta Nueva.
Actualmente, como ha quedado cortado el camino, llegados a las vías del tren, se coge a la izquierda, paralelamente a la vía férrea, y, a unos 100 metros, giramos a la derecha, cruzando dos pasos a nivel. Si seguimos de frente, por la calle Roberto Baamonde, nos lleva al centro de la ciudad, pero nosotros recomendamos desviarnos a la derecha, a unos 50 metros del paso a nivel, por la calle Real que nos conduce al alto del monte de San Vicente formado por un magnífico conjunto histórico ( monasterio benedictino y palacio condal, hoy instalaciones de un Parador Nacional ) y la torre del homenaje que tras muchos avatares sigue majestuosamente en pie controlando el valle y desde luego la llegada de todo peregrino. Desde este bello enclave se contemplan unas amplias y hermosas vistas con la ciudad monfortina extendiéndose a sus pies, donde todos serán muy bien acogidos.