En el recorrido del pasado domingo realizado por la Asociación del Camino de Invierno por Ribeira Sacra además de disfrutar de unos espectaculares paisajes otoñales, disfrutaron de la riqueza patrimonial que jalona la ruta, en este caso, por el concello de Chantada,entre Penasillás a Belesar.
Numerosas construcciones populares y religiosas por estas tierras son una muestra de la historia que enriquece este camino. Si uno se fija un poco en el entorno, descubre numerosas construcciones que dan testimonio de cómo se ha ido desarrollando la vida de nuestros ancestros.
Partiendo de Penasillás, un pequeño lugar con tan sólo 4 o 5 viviendas, encontramos, entre ellas, una recuperada cantina, llamada "O Peto". Además, cuenta con una capilla, peto de ánimas de grandes proporciones, un lavadero, horno y un pozo comunal muy bien restaurados, así como plazuela con adoquines.
Los petos de ánimas, son pequeñas construcciones en piedra de granito donde en la parte superior se suelen representar las ánimas del purgatorio entre llamas y en la inferior aparece la piedra con una hendidura por donde se depositaban las limosnas. Se solian levantar en importantes cruces de caminos, como el que aparece en Centulle y el de Belesar (s. XVIII). De igual modo, los "cruceiros" como su nombre indica, también aparecen en las encrucijadas, como el que se encuentra en Casasoa.
Otro elemento constructivo que encontramos por este concello chantadino son los hórreos. Alguno, ya lo hemos visto en avanzado estado de deterioro y otros con gran pesar, comprobamos la mala restauración realizada al sustituir los barrotes de madera por ladrillo. Es necesario que, a quien competa, vele por ello.
Sin embargo, la villa de Chantada es una buena muestra de lo bien que han conservado su casco histórico. Destaca la calle empedrada Dos de Mayo, con hermosos soportales y jalonada de nobles casas, como la de Lemos, donde actualmente se ubica la Casa de la Cultura. Las jardineras colmadas de flores, tanto en la propia calle como colgadas de las balconadas de madera contribuyen a embellecer, mucho más, este entorno.
La ruta que cruza el río Asma por Chantada, deja a un lado la alameda, paseo fluvial y un molino restaurado que se ha reutilazo como sala de exposiciones. Otro molino grande, que destaca por ser de dos ruedas, lo encontamos en el lugar de A Ermida, junto a un arroyo que hay que cruzar por grandes "pasales" de granito. Sería muy interesante ponerlo en funcionamiento y como elemento turístico donde pudiesen parar los peregrinos ya que se encuentra anexo al mismo camino. Un punto muy interesante del camino para descansar un poco en un lugar tan refrescante.
Puesto que aquí lo que pretendemos es destacar la arquitectura popular o religiosa de menores proporciones, no nos ocupamos de la iglesia de San Salvador de Asma, que fue monasterio y se encuentra a pie del Camino. La descripción de este templo románico de origen monástico, lo dejamos para otro momento.
La "Ribeira" como llaman los chantadinos a los viñedos en bancales que cuelgan sobre el río Miño debido a la gran distancia en que se encuentran con respecto al lugar de su redidencia condujo a que se hicieran las pequeñas bodegas de garda, que con tejas y piedra envejecidas apenas se pueden ver camufladas en el paisaje.Como su nombre indica, servían para los cultivaores que pasaban el día alejados de sus casas pudiesen resguardarse de la lluvia, pero también para guardar el vino.Actualmente, ya se han hecho algunas bodegas mucho más grandes y modernas, pero construidas con materiales nobles, como es el caso de Vía Romana.
Con tantos elementos patrimoniales podemos asegurar que el Camino es un aula abierta, sólo hay que abrir los ojos y prestar atención para ver todo lo que hay a su alrededor.